En este artículo seguimos separando el grano de la paja en cuanto a fondos de inversión. Hasta ahora he hablado de los fondos de inversión en términos generales, pero la verdad es que no nos interesan los fondos de inversión en el sentido clásico, ya que hay una alternativa tal vez no tan conocida pero mucho más conveniente.
En anteriores artículos he indicado que hay diferentes maneras de clasificar los fondos de inversión. Hay otra clasificación que no he mencionado todavía, por la cual los fondos se pueden clasificar como fondos de inversión clásicos o fondos mutuos por un lado, y por otro los fondos que cotizan en el mercado de valores, conocidos como ETF. Veamos en qué consiste cada uno y sus ventajas e inconvenientes.
Fondos mutuos
Los fondos de inversión «tradicionales» son los fondos de toda la vida, en los que se usa el dinero de los participantes para comprar acciones y demás valores de forma conjunta, consiguiendo una diversificacion que difícilmente podría alcancar cada inversor por su cuenta.
Cualquier persona puede participar en un fondo de inversión con una aportación modesta, muchos fondos no cobran tasas de transacción, muchas veces ofrecen la opción de realizar aportaciones periodicas automáticamente, y tienen opción de reinvertir los dividendos.
Por otro lado las comisiones anuales de mantenimiento suelen ser algo elevadas, y las órdenes de compra y venta se ejecutan al final del día.
En principio no hay nada malo, y los fondos de inversión funcionan sin problemas de esta manera desde que existen.
Sin embargo apareció una alternativa muy interesante, los ETF.
ETF o fondos cotizados
Los ETF son fondos que cotizan en el mercado de valores, es decir que se compran y venden con la misma operativa que las acciones. Eso implica que los ETF se pueden comprar y vender en tiempo real mientras que este abierto el mercado de valores. Para nosotros eso no tiene mucha importancia, ya que como invertimos a larguísimo plazo, la variación de precio que pueda tener en un día es negligible a efectos prácticos.
Lo importante para nosotros es que al usar la eficiente infraestructura de los mercados de valores, las comisiones de mantenimiento anuales son mucho más bajas que en los fondos mutuos. Y eso al cabo de los años se nota sobremanera.
Tal vez no parezca que haya mucha diferencia entre un 0,5% o un 0.08%, pero con el efecto multiplicador del interés compuesto puede hacer que tengamos el doble o más de ganancias con un ETF comparado con un fondo tradicional. Y con las cifras que acabaremos moviendo tras años de inversión no es moco de pavo.
Como contrapartida, los ETF suelen cobrar tasas por cada compra/venta (suelen ser las mismas tarifas que con las acciones), aunque vale la pena por lo que nos ahorramos año tras año. De todas formas al ser una tasa de precio fijo (o escalonado), puede salir a cuenta ahorrar un tiempo y comprar en volumen.
Otras desventajas sería que no hay facilidad de realizar compra periódica automática, ni permiten reinvertir dividendos automáticamente.
En conclusión, los fondos de toda la vida resultarían muy convenientes para nuestro estilo de inversión ya que permiten automatizarlo todo, pero las comisiones de mantenimiento erosionan nuestras ganancias de manera perceptible si lo comparamos con los ETF.
Así pues mi recomendación es comprar fondos ETF indexados para sacar el máximo partido del dinero invertido. Aún así, es comprensible que haya gente que valore la facilidad y accesibilidad de los fondos mutuos, pero hay que tener en cuenta que existe una alternativa mucho más barata a la hora de invertir a largo plazo.