La cantidad de información a la que cualquier persona puede acceder hoy en día es brutal. El año pasado se crearon 60.000 sitios web cada día (!). Estar al corriente de todo lo que se publica es simplemente imposible.
Para empeorar las cosas, San Google se encuentra en decadencia ya que se ha convertido en el cortijo de los especialistas en SEO (conseguir que cierta página aparezca artificialmente en el primer resultado de la búsqueda), por lo que cada vez es más difícil encontrar información útil entre tanta página “basura”. Por ejemplo, el dato de la estadística de Internet actualizado no pude encontrarlo fácilmente con Google. Como estamos en enero, se me ocurrió que alguien lo haya confeccionado hace poco y haya twitteado el enlace. Y ahí lo encontré en seguida.
El problema fundamental es que a la hora de tomar decisiones, tan sólo disponemos de información parcial. Sin tener un conocimiento completo, ¿cómo podemos empezar un proyecto de cierta importancia? Seguramente habrá algo que se nos pasará por alto y nos repercutirá después. Pero un momento. ¿Realmente es necesario tener un conocimiento completo y perfecto para empezar algo nuevo? ¿Realmente el costo de errar es tan alto, es inasumible?
Por lo general existe la falsa creencia de que cometer errores es perjudicial. Bueno, sí lo es si repites los mismos errores una y otra vez. Pero somos lo suficientemente espabilados como para aprender y mejorar, ¿verdad? También existe la falsa creencia de que demostrar tu ignorancia también es perjudicial. Al contrario, podemos sacar provecho de ello para progresar rápidamente. Si honestamente admitimos nuestras imperfecciones y nos abrimos a recibir consejos en lugar de disimular y aparentar lo que no somos, los demás nos percibirán más cercanos y accesibles, y puede que incluso se presten a colaborar. Pasar algún que otro bochorno puntual es un precio muy asequible para no perder clientes o amistades.
La cantidad de información puede llevar a la parálisis, ya sea por exceso o por defecto. Hoy estaba trabajando en una aplicación para Android, en la que necesitaba combinar dos técnicas para crear cierto efecto. Buscando por Internet, encontré ejemplos de implementación de cada técnica por separado, pero ningún ejemplo del uso combinado. Tras buscar un buen rato me di cuenta que no llegaba a ningún lado, así que cerré el navegador y me puse a trabajar con lo que ya tenía. Al ponerme manos a la masa con las técnicas en cuestión, en seguida vi cómo funcionan y cómo se podrían combinar y en pocos minutos tuve la aplicación funcionando.
Esto me hizo pensar que es muy fácil caer en la trampa de la consumición compulsiva de información, en lugar de dedicar el tiempo a actividades creativas. La falta de información puede causar inseguridad y ansiedad. El mejor remedio para eso es crear la información necesaria uno mismo.
Hablando de consumición compulsiva de información, por internet hay una viñeta chistosa del triángulo de las bermudas de la productividad, en que los vértices los conforman facebook, twitter y gmail .
Para no perder el tiempo con tanta red social, blogs, twitters y demás, simplemente limita el tiempo que dedicas a ello. Prueba a cronometrar más o menos durante una semana cuánto tiempo dedicas a navegar tus páginas favoritas y los enlaces que recomiendan tus contactos. Calcula cuánto tiempo dedicas anualmente multiplicando la cifra obtenida por 52 (las semanas que tiene el año). Te podrías sorprender. Tal vez podrías hacer algo de más provecho si emplearas ese tiempo en otras actividades. Aprender algo nuevo, un negociete en los fines de semana, escribir un blog, ir al gimnasio.
Si estás pensando en montar un negocio propio, un sitio web o blog, y quieres que tenga éxito, hay dos maneras infalibles. Una es ser el primero en tu especialidad, así que si no quieres que se te adelanten pasa ya a la acción y no pierdas mucho el tiempo buscando información (de todos modos, si eres el primero se supone que tampoco habrá mucha información al respecto, ¿no?). La otra es ser el mejor, la cual pasa por realizar muchos intentos, pruebas, cometer muchos errores y aprender de ellos hasta alcanzar la excelencia. Aún habiendo sido el primero, eventualmente alguien te pasará por delante, así que la segunda opción es la mejor a largo plazo. Pensándolo bien, ser el primero también implica ser el mejor .
Pensar que a ningún niño se le exige saber ir en bici antes de subirse en una. Tras unos cuantos batacazos se le habrán olvidado los rasguños y estará disfrutando como un enano. O por mucha teoría que estudies, si no te pones delante del volante no te sacarás en la vida el carnet de conducir.